Patricios, pijos, frikis y plebeyos.
(Escrito dia 27-10-2005) Indiscutiblemente son las clases estamentales de los universitarios, este dulce año he tenido la suerte de empezar en la UIB y la primera cosa que me ha sorprendido más es el tipo de gente que puedes llegar a conocer en la universidad, desde patricios a plebeyos, en un solo día puedes llegar a conocer personajes totalmente diferentes y curiosos, por un lado tenemos a los patricios, estos personajes padecen una pequeña desviación en la espalda porque la cartera les pesa tanto que se tienen que pasar todo el día en el bar presumiendo de malgastar dinero para reducir su carga monetaria como les ha recomendado el traumatólogo, después tenemos a los pijos que prefiero no definir, o sea que son indefinibles, pero en la UIB hay mogollón, como los queridos frikis son definidos de muchas ópticas diferentes desde el ser extraño incomprendido que no quiere ser una víctima fácil de la sociedad de consumo y no entra en los cánones marcados por los patricios y pijos, hasta el sujeto excluido que vive en su mundo y no se relaciona con nadie por no tener un audi A3 o porque prefiere ir al Túnel antes que a Pachá, para terminar los queridísimos plebeyos de cuyo grupo me siento plenamente identificado, son los más felices de la UIB, se pasean con tres euros en el bolsillo porque tienen la cartera agujereada de no usarla, se pasan todo el día en la biblioteca buscando los estupendos libros recomendados y en el tren se hacen los dormidos cuando pasa el revisor para no tener que pagar, porque entre los libros recomendados, la merienda y el transporte público uno se queda sin los tres euros, y vaya a saber usted como vuelve uno a su casa, para acabar de rematar la corrida viene el reparto de orejas que le echan la última gota que faltaba para colmar el vaso, los profesionales de la docencia universitaria, los doctores y profesores, que se ve que como no llegan a final de mes en vez de hacer una huelga de no asistir a clase y eso que encontrarían el indiscutible apoyo de los alumnos para que les suban el sueldo, van y publican los apuntes de su asignatura, le ponen tapas, una foto suya con diez años menos y los venden en las librerías, después en clase explican la mitad del temario “porque no tienen el tiempo suficiente” y nos examinan sobre su libro, hay que ver que bonita la universidad. El día que empecé me dijo un decano muy simpático que ir a la universidad era un privilegio y no lo entendí en toda su magnitud, pero al cabo de unos días cuando un querido doctor nos recomendó un libro de 54€ para su asignatura de cuatro meses entendí el secreto que no sale en los folletos de diez razones para estudiar en la UIB, se dejaron la once, vaya despiste, y además comprendí el pedazo privilegio que nos había insinuado el decano hiendo día tras día a las clases con ilustres doctores que le recomiendan a uno su libro, y le terminan con una frase conmovedora “no escribí el libro para ganar dinero”, y una de las mejores es “estén tranquilos lo que no explique en clase lo podrán encontrar en mi libro”, por no hablar de los doctores que nos mandan ejercicios de sus libros y cuando uno se va a la librería le dicen que el libro se ha agotado, mire usted que ya resulta difícil hacer los ejercicios con el libro, imagínese hacerlos sin el libro.
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